A circular, nuestra carpa roja

Por: Morgana

“Un Círculo en el que puedan sanarse, cuidarse, acompañarse.
Un Círculo en el que puedan nutrirse para crear, enamorar, dar a luz, sostener, dejar partir, arremeter, crecer, amar.
Un Círculo para conectarse con sus otras hermanas.
Un Círculo para colaborar con el cuidado de la Madre Tierra y su sabiduría.
Un Círculo que se integre a la gran ronda planetaria de amor y conciencia.
Un Círculo... Una ronda, una luna, una panza embarazada, un planeta, una cereza, un mandala.
Un círculo de abrazos. Una estela infinita de corazones que se unen”
Germana Martín


Inspiradas en la historia que nos contaron sobre un grupo de mujeres que hace muchas décadas se reunía a compartir sobre sus menstruaciones y su sexualidad, iniciamos nuestro proceso de diálogo e intercambio hace 13 lunas y un piquito más. Conformamos nuestra carpa roja alentadas por el referente de ese círculo y por las historias que leímos sobre los "hospedajes lunares" de los indígenas nativos americanos. Después de conocer distintas historias, dimos sentido y orientación a la inspiración a través de la propuesta de la Dra. Jean Shinoda Bolen, así como de los blogs de Germana Martín.
El espacio que hemos construido ha sido reconfortante y nutritivo para cada una de nosotras. Hemos vibrado y latido juntas con tal intensidad que, con mucho cariño, queremos animar a todas las mujeres a que hagamos realidad el sueño de conformar carpas rojas en cada barrio, como sugiere DeAnna L´am, o a alcanzar el "millonésimo círculo", como nos invita la Dra. Bolen.
Nuestro círculo nos brinda la posibilidad de dialogar y reflexionar. En él nos damos la oportunidad de acompañarnos amorosamente en el camino de aprender y conectarnos con nuestra experiencia femenina. Es un espacio de apoyo y de conexión, de intimidad y sanación. También es un espacio para experimentar formas no jerárquicas de intercambio de experiencias, hallazgos y sabiduría que vamos adquiriendo. Nos permite aprender a observar(nos), compartir(nos) y escuchar(nos). Desde mi experiencia, es un espacio privilegiado para experimentar affidamento.(*)
Nosotras creemos, como indica Jean Shinoda Bolen, que no hay una forma “correcta” de “trazar” el círculo. El lugar que servirá de santuario para cada colectivo de mujeres, la periodicidad con la que se reunirán, la ritualidad con la que se organiza, el número de participantes, todos esos elementos son susceptibles de consenso. Lo que sí es importante es que el círculo sea un espacio confiable y seguro para todas las participantes.
Si te interesa sanar, conectar, transformar, aprender y acompañar amorosamente, nutrir, gestar, vibrar, escuchar... un círculo de mujeres puede ser una experiencia profundamente transformadora. Desde estos espacios, las mujeres podemos construir las condiciones para abrir puertas infinitas, para construir puentes, para generar conexiones, abrazar con amor a nuestras hermanas de camino, y contribuir, desde nuestro pequeño entorno, a generar relaciones más humanas y conscientes.

¡Circulemos mujeres!

“Los círculos de mujeres se forman de uno en uno, y cada uno logra que la experiencia de haber estado en un círculo se expanda a otras mujeres, ya que cada mujer, a la que un círculo ha ayudado a cambiar, lleva consigo esa experiencia al mundo de sus relaciones.
Y será así hasta que, finalmente, un día nazca un nuevo círculo que será el millonésimo círculo, el decisivo, y que iniciará para la humanidad la era post-patriarcal”
Jean Shinoda Bolen, El Millonésimo círculo

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