Una mujer que merece estar bien

Buen día, a todas!

Hoy les traigo un maravilloso e inspirador testimonio de sanación. Es la historia de Adriana, bailarina y maestra del método Feldenkrais, quien tras el diagnóstico de cáncer cervico-uterino años atrás y por encontrarse en condiciones que no apuntaban a ser favorables, decidió buscar alternativas al tratamiento que el médico indicaba: la histerectomía. 

Concebida desde la perspectiva médica de erradicación de la enfermedad, la histerectomía -a saber, la extirpación del útero- "supone también un traumatismo psíquico elevado y genera sentimientos de inutilidad e impotencia. Al mismo tiempo aparecen sentimientos de culpa asociados al valor simbólico de la función perdida, del cuerpo, de la pareja y del ser madre. La frustración es total, hiere lo más profundo de la sexualidad femenina. La mujer experimenta este trauma como castración" nos dice Carolina Talghan*. Como leemos, las consecuencias son terribles; sin embargo, la cirugía, así como la radiación y la quimioterapia, resultan ser los tratamientos "convencionales" para tratar una enfermedad tan compleja como lo es el cáncer cérvico-uterino. Estos tratamientos han sido formulados desde la medicina hegemónica-patriarcal que, en su origen, representa al cuerpo dividido de la mente y la emoción, como nos explica la Dra. Christiane Northrup. 

Los órganos reproductores de la mujer, especialmente el útero, ha sido culturalmente asociado a la feminidad. De ahí que la Dra. Northrup afirme que: "los trastornos de la vulva, la vagina, el cuello del útero y la vía urinaria inferior se relacionan principalmente con los sentimientos de violación que tiene la mujer en su relación con otras personas o con su trabajo"** (2010: 351) Y por violación, no se refiere únicamente a un ataque sexual, aunque también lo contempla, pero,  en realidad lo entiende en un sentido más amplio, como la violación de límites. Es decir, sentirse obligada a hacer o no hacer determinada cosa, asumir que hay que "cumplir con ciertas tareas" en el trabajo, la casa o la vida sexual pueden actitudes aprendidas y reproducidas que contribuyan al desarrollo de padecimientos en estas partes del cuerpo. Claro que no se trata de la causa única, pero "dada la considerable cantidad de células inmunitarias que hay en las superficies mucosas, como la vagina, a uretra, el cuello del útero y la vejiga, y puesto que la función de estas células está muy influida por las hormonas del estrés, como el cortisol, no es difícil entender cómo una percepción de violación, con la subsiguiente cascada biológica de hormonas desencadenada en reacción a esta percepción, podría deteriorar el funcionamiento óptimo de esta zona del cuerpo" (2010: 351).
En este sentido, para lograr la sanación desde una perspectiva que integra mente-cuerpo-emoción como las tres partes de un todo, es muy importante que la mujer en cuestión asuma un papel activo en su vida y de frente a su padecimiento, tal como leeremos en el testimonio de Adriana. 

Espero que lo disfruten tanto como yo. Agradecemos a Adriana que haya aceptado compartir su historia y a Morgana, de la Carpa Roja por haber realizado la entrevista con la que se elaboró este testimonio. 



* Carolina Talgham (2011) "Una mirada psicoanalítica acerca del cáncer ginecológico" en Travesías del cuerpo femenino. Un recorrido psicoanalítico en torno a temas de ginecología y obstetricia (Patricia Alkolombre, compiladora). Buenos Aires, Letra Viva.

**Christiane Northrup (2010) Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer. Una guía para la salud física y emocional. Barcelona, Urano.




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