En el verano del 2011 iniciamos una
aventura llamada La Carpa Roja. Nuestro viaje se construyó en dos pistas: una,
más íntima, como un círculo de mujeres en el que nos hemos tejido y acompañado;
otra, más “hacia fuera”, en la que compartimos durante casi tres años nuestros
sentires y hallazgos, aquellas cosas que llamaban nuestra atención y que nos
provocaban para pensar(nos) o sentir(nos) de otra manera.
Todo este tiempo exploramos y
rescatamos los pensamientos de muchas mujeres distintas entre sí. Asumimos que una
parte de nuestra labor era amplificar y socializar ideas útiles e interesantes
para construir colectivamente nuevos caminos de relación con el cuerpo y el
ciclo menstrual. Tal como nosotras lo estábamos haciendo. Esa búsqueda
multicolor nos llevó a muchas propuestas, algunas más cercanas a nuestro sentir
y pensar, otras no tanto.
En este tiempo hemos sentido el
calor de muchas mujeres y colectivos, hemos aprendido de sus inquietudes y
dudas, de sus experiencias y aprendizajes. Nunca tendremos palabras suficientes
para agradecer todo lo aprendido.
Hoy, reconocemos que nuestro
activismo menstrual en vitrina, como definimos lo que hemos hecho hasta ahora,
nos ha cambiado en múltiples dimensiones. Ese cambio implica, entre otras
cosas, la necesidad de darle cuerpo a nuestra propia voz de una manera más
clara y contundente.
Entre los aprendizajes, reconocemos
que cada quien construye el camino que desea transitar para apropiarse y
habitarse de una manera más completa y total, y que la elección misma es un
acto de libertad. Sabemos que no todos los caminos son iguales, no parten de
los mismos presupuestos, ni tienen un mismo destino, aunque estén igualmente
dirigidos a las mujeres o a la resignificación del ciclo menstrual. Desde
nuestro punto de vista algunos caminos nos hacen más libres, otros reproducen y
refuerzan los regímenes de sentido que supuestamente pretenden derrocar.
El propio proceso de encontrar el
camino implica crecimiento y nosotras estamos en el momento del éxtasis casi
orgásmico en el que nos descubrimos crecidas y animadas para perfilar el nuevo sendero
por el que queremos transitar.
El camino que elegimos implica
deconstruir(nos) y (re)pensar espacios de libertad acordes al contexto y
circunstancia que vivimos, nosotras, quienes parimos La Carpa Roja y que hemos
permanecido un poco a la sombra del nombre. Las ideas que hasta ahora no hemos
nombrado ni convertido en palabra, parten del conocimiento como cuerpos situados,
con las limitaciones y ventajas que eso supone.
Reconocemos que tenemos más
preguntas que respuestas, pero no queremos quedárnoslas para nosotras solas.
Después de pensarlo y sentirlo, con los ovarios bien amarrados, nos decidimos a
dar el salto. Nuestra voz quiere salir y dejaremos que aflore, con todas sus
contradicciones, sus malos humores, con las pasiones y las dudas, con los hallazgos
y las preocupaciones que nos acompañan.
Nuestra voz hoy tiene nombre propio. A partir de hoy, nos despedimos de
La Carpa Roja.
Si quieres seguir este viaje con nosotras, sigue a la vulva.
#VivaLaVulva