De menstruaciones y el trabajo de LCR, una entrevista

Hace unos días una chica que colabora en un periódico michoacano se nos acercó para conversar sobre la menstruación. Nos da muchísimo gusto que estos temas se hablen abiertamente en un diario de circulación estatal y que se abran los espacios para colectivos como el nuestro.

Estamos felices de que la sangre menstrual se haga presente en el diario :)

Les dejamos el texto. Buen fin de semana

Morgana


Esta imagen tan linda la descargamos de internet, prometemos buscar el nombre de la autora


¿Y si la menstruación no fuera algo asqueroso?

POR DINORAH AMBRIZ

El sangrado menstrual parece ser aún un tema delicado. Las mujeres tenemos que cuidarnos mucho de no manchar, y si nos bajó y nos agarró desprevenidas, le preguntamos a la amiga más cercana si tiene una toalla, pero siempre en forma de secreto o al oído. «Hay hombres y mujeres que lo ven como algo vergonzoso o asqueroso. Para mí, la menstruación es un proceso natural de las mujeres, aunque sí puede ser incómodo porque además del sangrado, viene con muchos síntomas como bochornos, cambios de humor o el dolor de los cólicos», comenta Mariana, quien estudia Ciencias de la Comunicación. Para Mónica, estudiante de Danza, la menstruación «es una cualidad única de la mujer, y también es una purificación interna».

El mito de la suciedad
El rechazo social hacia la menstruación no es algo nuevo. A muchas mujeres no se les permitía entrar a los templos si se encontraban menstruando, o en algunos poblados se les mandaba a una cabaña alejada. Se ha creído que las mujeres en periodo dan mala suerte o provocan que las plantas se sequen. «Socialmente, la menstruación sigue siendo tratada como tabú, con secrecía y vergüenza y como un proceso biológico que coloca a las mujeres en una posición de desventaja. Sin embargo, no es sólo la menstruación la que se interpreta de esta manera. Nuestra cultura en general, y el sistema médico en particular, asume el cuerpo femenino como un organismo fuera de control y problemático; sea que las mujeres estén menstruales, premenstruales, menopáusicas o parturientas, usualmente se considera que requieren control, seguimiento de un especialista y medicación, como si todos esos momentos del ciclo de vida fértil de las mujeres fueran enfermedades», comenta Marcela Morales, maestra en Antropología Social y co-creadora de la Carpa Roja, un colectivo moreliano compuesto de mujeres que se dedican a investigar y promover la ginecología activa, así como la auto apropiación informada del cuerpo femenino y sus ciclos.

Quitándonos los prejuicios
Muchas mujeres crecemos con una concepción negativa hacia la menstruación y no somos conscientes de ello porque así crecimos. Ver el sangrado menstrual como algo sucio es común entre muchas mujeres. Beatriz Sotomayor, feminista chilena, dice: «Es un peso en la psique de las mujeres, pero ellas no notan esta carga hasta que abandonan estas ideas que dañan la relación que ellas tienen con sus propios cuerpos». Sin duda, los prejuicios hacia la menstruación se pueden desaprender. «Veo la menstruación como natural y uno de los procesos más de mi cuerpo. Aunque no siempre fue así, antes me parecía muy desagradable. Hasta hace relativamente poco tiempo cambié mi forma de verla, digamos que comencé a aceptarla y me di cuenta de que no había razones para pensar en ella como algo sucio o desagradable», comenta Yesenia, estudiante de Filosofía.
La menstruación no tiene por qué verse como algo asqueroso, ni los ciclos menstruales tienen que sufrirse. Al contrario, una oportunidad para reconciliarnos y conocer nuestros procesos, puede dar conciencia de que la menstruación es más que expulsar sangre por la vagina. «Las mujeres estamos aprendiendo que menstruar no es sinónimo de enfermedad, que nuestro cuerpo no es el enemigo que hay que domesticar y que no hay ninguna razón por la cual sentir vergüenza. La sangre menstrual es una fuente extraordinaria de células madre y es el primer sustento de la vida humana», afirma Marcela, integrante del colectivo Carpa Roja, que promueve el conocimiento colectivo sobre la menstruación y fomentan actividades como talleres para que las mujeres vivan con bienestar sus ciclos. De hecho, durante julio Carpa Roja iniciará un ciclo de talleres mensuales de ginecología activa.

Higiene femenina que daña
La industria de la higiene femenina nos muestra la menstruación como una etapa de crisis higiénica que requiere de productos que nos protejan, como si el sangrado fuera a atacar. Algunas organizaciones y asociaciones buscan sensibilizar a las mujeres sobre cómo los productos comerciales para la higiene pueden dañar nuestra piel y al medio ambiente. «Muchas mujeres padecen infecciones recurrentes o malestar cuando están menstruando, esto puede deberse a los rayones, plásticos y dioxinas que se emplean para fabricar las toallas y tampones desechables», comenta Marcela. Las dioxinas son un residuo del cloro, es un químico cancerígeno y se acumula en el cuerpo al ser absorbido por las paredes de la vagina.
Por otro lado, los productos menstruales desechables se están reconociendo como unas de las fuentes de contaminación del planeta. Una mujer promedio menstrúa durante cuarenta años, y se calcula que durante toda su vida usará de diez mil a quince mil toallas higiénicas o tampones. Al desecharse, todos estos productos terminan en vertederos de basura o en corrientes de agua; y los materiales de los que están hechos tardan entre 300 y 500 años en degradarse.

Alternativa: copas lunares y toallas ecológicas
Para aquellas mujeres que se preocupen por no aportar a la contaminación de nuestro planeta, hay alternativas para la higiene durante el ciclo, como tampones de esponja de mar, copas lunares y toallas de tela. Las toallas de tela son lavables y están hechas de tejidos naturales, lo que deja respirar la piel; se ven muy parecidas en tamaño y grosor a las toallas comerciales, con el plus de ser de colores y estampadas. Las hay en pantiprotectores, regulares y nocturnas. El precio ronda entre los 100 y 150 pesos y suelen durar de tres a cinco años. Las copas lunares están hechas de silicón quirúrgico y funcionan como contenedor interno para retener el líquido menstrual. Se inserta en la vagina y genera un sello con las paredes para evitar fugas; se recomienda su extracción para limpieza cada cuatro horas. Su precio ronda los 450 pesos y tiene una vida útil de cuatro a seis años. «El costo de una copa es el equivalente al gasto que una mujer promedio realiza en un año de compra de toallas o tampones desechables», asegura Marcela. La idea de tener contacto con nuestro sangrado puede parecer desagradable, porque hemos sido educadas para ver a este fluido como algo a evitar. Curiosamente, no nos resultan tan repulsivos otros fluidos corporales como mocos, semen, secreción vaginal, lágrimas o saliva.
Un recorrido por distintos foros y blogs muestra comentarios generalmente favorables hacia el uso de estas alternativas.

Para conocer nuestro ciclo
Carpa Roja realiza actividades como los Círculos de Copas, que son sesiones abiertas y gratuitas para dialogar sobre las alternativas menstruales, el uso de las copas y las dudas en torno a la menstruación. También realizan un ejercicio de bendición de útero, que es una práctica internacional de meditación que muchas mujeres usan como una manera sencilla y eficaz para conectar con su cuerpo y su ciclo.


*Si quieres leer la edición original descarga el suplemento “Mujer.es” del jueves 13 de junio de 2013 en: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/index1

No hay comentarios:

Publicar un comentario