Hola
hola!
Un
poco tarde, pero aquí les dejo los testimonios de la luna de marzo (que ya está
menguando)
En esta ocasión, decidimos reflexionar sobre la forma en que habitamos nuestros cuerpos de mujer. Parece un tema sencillo, pero implica, entre otras cosas, la aceptación del mismo, el autocuidado, sin censurarnos, sintiendo sus necesidades, que al fin de cuentas son nuestras.
La idea central del testimonio fue reflexionar sobre el conocimiento que hemos acumulado desde que
comenzamos a observar nuestros cuerpos y ser conscientes del ciclo y sus
fases. Reconocernos cambiantes, cíclicas
y con necesidades específicas en cada una de las fases ha sido para algunas de
nosotras una aventura pero ¿qué hacemos con esto? ¿por qué tendría que ser
político? Pienso que es político porque, en la medida en que al reconocernos
cíclicas y cambiantes, tarea que resulta demandante, nos relacionamos con
nuestro entorno de otra forma, sobre todo cuando reconocemos que las
necesidades del cuerpo son nuestras, somos mente/cuerpo de mujer.
Pensarnos y actuar como una unidad y no
como partes de algo/alguien resulta contestatario para con el pensamiento
patriarcal que divide la mente del cuerpo.
Christiane Northrup en su libro "Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer", nos
dice que al vivir en la cultura occidental, somos susceptibles a una
representación del cuerpo en la que la mente y el cuerpo se encuentran
disociados. La mente se sobrevalora, se considerada superior al
cuerpo y con la capacidad de controlar. El cuerpo por lo tanto, se subordina a
la mente. Como esta representación del cuerpo permea en todos los aspectos de
la vida, pareciera que tenemos un cuerpo, no que somos un cuerpo. Y ¿qué pasa
con los cuerpos femeninos? “[Éstos] relacionados con ciclos y sujetos la flujo
y reflujo de ritmos naturales, se consideran especialmente emotivos y en
necesidad de control. Toda nuestra sociedad funciona de maneras que nos
mantienen desconectadas de lo que sabemos y sentimos” (Northrup: 2006:55).
En la editorial de revista
electrónica Mujer y Salud, número 24, 2008, Corina Hourcade Bellocq, menciona
que una de las consecuencias de que las mujeres existamos con la noción de un
cuerpo fragmentado, un ideal de belleza prácticamente inalcanzable para la
mayoría de las mujeres es que “la mujer aliena y reprime las partes que
considera o evalúa como negativas o desagradables. El cuerpo aparece como
“ajeno” a ellas mismas”. Es decir, nos auto anulamos. ¿qué hacer para
recuperarnos?
En diversos recursos on-line Erika Irusta, propone que el
punto de partida sea el reconocimiento de que somos mente/cuerpo, que, como dice ella, somos “al
menos cuatro mujeres en una”, asociadas a las cuatro fases del ciclo menstrual,
cada una con necesidades y capacidades distintas. Esto es parte
de lo que reflexionó y posteó en el día internacional de la mujer:
“Yo reivindico tomar un
descanso (o dos o tres o cuatro)
cuando nuestro cuerpo (nosotras) lo pida. Apoyarnos entre nosotras y reformular el calendario y sus horarios.
No descansamos porque estemos enfermas (la menstruación es síntoma de salud)
sino porque nuestro cuerpo así lo dicta. Nosotras si descuidamos el descanso en esta fase estamos atentando
contra nuestra salud física, emocional y mental. Esto que
muchas reclamamos no es una utopía, en la China Popular por ley se marcaban 2
días de descanso para cada mujer en cada ciclo. Hasta los años 80 ha estado
vigente, con la llegada del capitalismo esto ya ha cambiado. No podemos hablar de acabar con el patriarcado si seguimos
sacrificando nuestro cuerpo cíclico. El sistema laboral nos
pide que anulemos nuestros ciclos sexuales (ciclo menstrual- menopausia y
maternidad) para que nos entreguemos a la producción de bienes y servicios”.
Al respecto, estos son fragmentos de lo que las chicas de la Carpa Roja escribieron:
"nunca
me había parado a pensar en eso, pero sí es cierto que el lenguaje que siempre
he usado respecto al cuerpo incluye más el verbo tener que el ser, supongo que
nunca he querido sentirme demasiado identificada con mi cuerpo" Paqui
"poco a poco fui
tratando de romper con esas normas que se imponían sobre mi cuerpo y el de las
demás mujeres. Afortunadamente mi entorno favorecía la ruptura, estudiaba en
una universidad famosa por sus estudiantes rebeldes a las imposiciones
estéticas, políticas, sociales y eso fue muy liberador. En ese contexto, en mis
relaciones con otras mujeres y sobre todo con los varones nunca me sentí agredida, ni que mi cuerpo
fuera objeto de vigilancia, juicios, o
exigencias de ningún tipo" Erika
"La
demanda de productividad -muchas veces atribuida externamente, otras veces
autoimpuesta- y el trabajo hacia “afuera” significa un peso muy importante
sobre mí y la forma como estructuro mi agenda y prioridades. Además, a veces
parece más sencillo dar batallas en el exterior que trabajar en una misma; remendar
hacia afuera es una buena manera de postergar el remiendo interno" Mar
"Escribiendo
estas líneas me he dado cuenta que a lo largo de toda mi vida, he preferido mi
mente sobre mi cuerpo. Me sentía segura cultivando la mente, me refugiaba en
mis libros, en mis clases, en mis ensayos, en mis tesis. Me impresiona
reconocer que me he sentido fragmentada, que me he vivido disociada, que me
rechazaba, que no atendía mis necesidades físicas" Denisse
Ustedes lectoras, ¿se animan a reflexionar? Las preguntas guía fueron estas:
- ¿Cómo ha sido mi concepción
personal del cuerpo en distintos momentos de mi vida? ¿soy un cuerpo o tengo un
cuerpo?
- ¿Cómo atiendo mis necesidades y
exploto mis capacidades en cada fase?
- ¿Cómo es mi entorno inmediato?
- ¿Cuáles son las limitaciones que
impone mi entorno inmediato?
- ¿Qué batallas tendría que librar
desde mi cuerpo cíclico y en mi entorno en específico?
Para leer los testimonios completos click aquí
Abrazos de primavera!
Inés do Mar
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